Desde que supimos que íbamos a ser mapás enseguida dijimos: «Ahí viene otra poeta, otra periodista», y los demás también lo dicen. Infieren que nuestra hija tiene que seguir nuestro camino, que para eso ha venido al mundo: a heredar nuestros gustos, nuestras formas de vida.
Es obvio que Alexa se va a criar en nuestro ambiente; que va a ir a montón de canturías, festivales, incluso a conferencias de prensa; que me va a acompañar a las entrevistas y hasta puede ser que me ayude con una u otra transcripción; puede, además, hasta convertirse en nuestra camarógrafa, editora; aprender a trabajar en redes sociales, a dar talleres como su papá; pero, sobre todo, a elegir qué quiere hacer diferente a lo que le ofrecemos.
Quiero que mi hija aprenda a elegir; por eso quiero enseñarle que hay géneros musicales además del Punto Cubano. Quiero que sepa que hay más profesiones que ser periodista. Quiero que aprenda a bailar (algo que sus padres no saben, tal vez ella tampoco aprenda). Quiero que aprenda a cuidar a los animales; que aprenda deportes, varios… pelota entre ellos. ¡Qué lindo sería verla dar un jonrón, gritar desde las gradas y luego abrazarla y decirle que es ¡la mejor pelotera del Ejército Libertador!
Quiero que aprenda a tocar un instrumento, cualquiera, si es el laúd o el tres mejor; pero si son las maracas o el triángulo, mejor también. Quiero que aprenda idiomas, más de dos, que sea una virtuosa, que sepa reconocer un cuadro de Picasso, de Dalí, que disfrute el arte cubano, que ame las transparencias en la pintura como yo. Quiero que aprenda de costura, a ver si me acaba de arreglar toda esa ropa que a mi madre no le ha dado tiempo.
Pero si nada de eso la hace feliz, quiero que mi hija aprenda a decir que no, que no le gusta el arte, que odia los idiomas, que prefiere una decoración de plástico que un cuadro en la pared. Que no soporta a los perros ni a los gatos, que odia una máquina de coser, que no tiene ritmo para la música y que ese tiqui tiqui tiquí del Punto Cubano la funde.
Quiero que mi hija sea una individua en todo el sentido de la palabra, y para eso nosotros, sus mapás, la vamos a preparar, respetando siempre su criterio, porque solo con una crianza respetuosa y responsable lograremos un mejor futuro para ella.