La independencia económica, el aumento de los ingresos, la capacidad para seleccionar la labor adecuada o deseada; y el trabajo en equipo —con colegas o con la familia— constituyen las principales motivaciones de las cubanas que se han decidido por el trabajo por cuentapropia (TCP), ya sea como trabajadoras contratadas, cuentapropistas o dueñas de negocios (sector privado).
Sin embargo, las mujeres cubanas representan apenas el 33,9%, del total de los TCP. Aunque la proporción de ellas respecto al total de cuentapropistas aumenta cada año, esa cifra nunca ha estado por encima del 35%.
Con tan escasa representación, la contribución de las cubanas en el sector privado pudiera parecer poco significativa; sin embargo, el emprendimiento femenino en la Isla ha mostrado no solo que puede ser exitoso económicamente, sino que también contribuye al romper prejuicios de género y empoderar a la mujer.
¿Pero cuáles son las causas que aún provocan en las cubanas dudas y no les permiten decidirse por el trabajo no estatal? ¿Cómo han sorteado esos obstáculos las dueñas de negocios exitosos?
Este texto muestra algunos problemas que afrontan las mujeres en el contexto complejo del sector privado cubano y, en paralelo, toma en cuenta varias experiencias exitosas de cubanas que han logrado sobreponerse a esas dificultades, al tiempo que señala un posible un camino para otros emprendimientos femeninos.
ATENCIÓN A LOS ASUNTOS LABORALES
Son varias las motivaciones de las mujeres para iniciarse en el TCP. Incrementar los ingresos personales y haber partido de una situación previa de desempleo suelen ser las razones más comunes.
Sin embargo, no bastan estos motivos para lograr apostar por el emprendimiento. Muchas cubanas no se atreven a iniciarse en el sector privado debido a la inseguridad laboral y a la ausencia de contratos y vacaciones —que sí protegen a los empleados del sector estatal.
En el ecosistema de trabajo en el sector privado en Cuba hoy, muchas veces, las condiciones de trabajo se pactan entre empleador-empleado mediante acuerdos verbales en los que no se determina un salario mínimo fijo, sino un pago por horas.
Aunque el derecho al salario y al descanso son espacios ganados para los trabajadores cubanos —según lo establecido en el Código Laboral—, en el sector no estatal no siempre se respetan y aseguran estas garantías. En el caso de las trabajadoras contradas, el derecho a no perder el empleo tras obtener licencias de maternidad —remuneradas y establecidas por ley—, es uno de los más vulnerados fuera del marco laboral estatal.
A esto se añade otra situación: ante la demanda de empleo en el sector privado, muchas mujeres pudieran no estar dispuestas a exigir sus derechos para conservar un puesto de trabajo potencialmente deseado y por el que existe una intensa competencia.
Si bien estas situaciones, nacidas de la inseguridad laboral y de un marco regulatorio que establece normas de difícil fiscalización, han sido reconocidas por las organizaciones y ministerios que deberían exhortar, capacitar y velar por el cumplimiento de las regulaciones en materia de empleo y derechos —dígase el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social , la Federación de Mujeres Cubanas , etc.— el respeto a esas garantías legales se aplica discrecionalmente y según el entendimiento y las consideraciones de cada dueño de negocio.
Algunas cuentapropistas aseguran que cuando las empleadoras son mujeres, existe una mejor comprensión y respeto a esas garantías, quizás por una cuestión de empatía y solidaridad.
No obstante, es bueno aclarar que existen también otras políticas estatales que protegen a las madres cuentapropistas, como el acceso de sus hijos al círculo infantil y a escuelas de régimen seminterno. Además, la afiliación obligatoria de los TCP al régimen de Seguridad Social ofrece protección ante la maternidad, la vejez, la invalidez total temporal o permanente, y en caso de muerte a su familia.
TRANSGREDIR EL IMAGINARIO SOCIAL
En Cuba, la mayor parte (70%) de las mujeres que se desempeñan en el trabajo por cuentapropia cubren puestos vinculados tradicionalmente con la labor femenina: manicurista, bordadora-tejedora, cuidadora de niños o personas vulnerables, peluquera, maquillista, personal doméstico, alquiladora de trajes, lavadora, repasadora, decoradora o profesora de música.
Por tal influencia del patriarcado, se mantienen ideas estereotipadas en cuanto a qué oficios están “destinados” a las mujeres, y muchas ni siquiera valoran aquellos trabajos no asociados tradicionalmente al ámbito femenino. De esa forma no solo limitan sus potencialidades individuales, sino también sus oportunidades.
Sin embargo, varios ejemplos muestran que ellas también pueden ser exitosas en labores “masculinizadas”.
Dirigidos por mujeres, los negocios Veló Cuba —taller de reparaciones y renta de bicicletas en La Habana— y Constructora Gotera —dedicado a la reparación y restauración de inmuebles—, son paradigmas de cómo algunas cubanas han encontrado en oficios “no convencionales” una forma de empoderarse, ser exitosas y generar empleos.
Veló Cuba, por ejemplo, logró desde 2017 una alianza con la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana para trabajar en el proyecto Habici, una iniciativa de movilidad ciclística que instaló el primer sistema de bicicletas públicas en la capital del país.
Asimismo, Constructora Gotera extiende su trabajo por varias provincias y han ejecutado importantes obras como la restauración de cúpulas y torres del Hotel Nacional.
Aprovechar potencialidades para transgredir la feminización de varias actividades no es, simplemente, un logro “moral”, puede representar también un crecimiento personal y económico. Un trabajo de calidad y serio, ha garantizado relaciones contractuales con el Estado que no solo permiten mayores ingresos, sino mayor acceso a recursos y más garantías de ofertas de trabajo extendidas en el tiempo.
En ese caso se encuentra Ciclo Ecopapel — emprendimiento ecológico que elabora papel eco-friendly (sin productos químicos ni aglutinantes artificiales)— y comenzó su desarrollo a partir de ofrecer servicios a la fundación Antonio Núñez Jiménez, su primer cliente. Su fundadora y directora escogió el emprendimiento no solo para aumentar sus ingresos económicos, sino también como una forma de pasar más tiempo con su hija.
REDES FEMENINAS
Las experiencias positivas en el TCP se muestran en el aumento del número de mujeres vinculadas a esta actividad. Aunque la mayoría de ellas no son dueñas de negocios, sino que fungen cómo trabajadoras contratadas, se nota un crecimiento discreto, pero constante: tanto en las mujeres en el sector, como en su proporción respecto a los hombres. (Tabla 1)
Sin embargo, el tener funciones asignadas en las tareas domésticas, como cuidadoras y administradoras del hogar, y dedicar, como promedio, 14 horas de la semana más que los hombres a ese trabajo no remunerado, son algunos de los factores que impiden a las cubanas ser emprendedoras.
Son también un freno, la inestabilidad del abastecimiento en la red minorista —no existe en Cuba el mercado mayorista—; la inseguridad jurídica y la burocracia; o el encarecimiento de los recursos importados, debido al riesgo del mercado informal y/o el abono de los impuestos aduaneros.
En no pocos casos, debido a la ausencia de programas y acciones de apoyo que incentiven el emprendimiento femenino, muchas mujeres terminan viéndose casi “obligadas” a optar por el trabajo contratado y los esquemas de subordinación existentes en Cuba.
No obstante, no pocos emprendimientos exitosos liderados por mujeres han demostrado que es posible abrirse camino entre los obstáculos; apelando a la creatividad, las redes femeninas y la selección de actividades laborales que ofrezcan una oportunidad de mercado.
Ante la escasez de productos y de un mercado mayorista, varias dueñas de negocios “le han echado mano” a lo que tienen. La habilidad para reinventarse es una de las virtudes de los cubanos, y las mujeres —casi siempre cabezas de familia— pareciera que traen en sus genes esta capacidad de resiliencia.
Apelando a esa creatividad, la tienda La Bombilla —diseña decoraciones para el hogar— y Rústica Cuba —un estudio taller para la creación artesanal— utiliza materiales reciclados y ofertan productos poco convencionales, pero con un mercado seguro.
La Penúltima Casa, por ejemplo, es una iniciativa de comunicación digital que brinda soluciones, capacitación y asesoramiento ajustado a la realidad cubana y enfocado principalmente en la gestión de las redes sociales de los organismos centrales.
Que Katia Sánchez Martínez —fundadora de Penúltima Casa— haya notado que existía falta de información, conocimiento y buenas prácticas en la comunicación organizacional, institucional y empresarial cubanas, le dio a su negocio la posibilidad de acceder a un mercado necesitado de los servicios que ella brinda.
También algunas cuentapropistas han optado por crear redes de emprendedoras, no solo para compartir experiencias sino, además, integrar servicios. El funcionamiento de estas redes se evidencia con claridad entre las arrendadoras de habitaciones, quienes no solo garantizan a los clientes servicios de alojamiento, sino otros asociados a actividades como la transportación privada, la recreación y la alimentación, a través de todo el país.
A veces algunas reciben comisión, pero, en muchos casos, la ganancia es contar siempre con la recomendación en otras provincias. Para muchos arrendatarios la base del éxito es el prestigio que influye en el retorno de clientes, lo cual se logra con un servicio con calidad y lo más integral posible.
Además, las mujeres tienen mayor tendencia a asociarse y, por ende, es posible sentir mayor seguridad si se comparten los riesgos.
Saily González, dueña del hostal Amarillo B&B de Santa Clara, fundó el proyecto FullGao con el propósito de compartir sus conocimientos para posicionar los contenidos en plataformas de reservaonline.
La red colaborativa no solo sirve para ofrecer asesoramiento a otros arrendatarios sino además, para brindar servicios de fotografía, diseño de interiores y otros. Muchas de las emprendedoras que se unieron a FullGao aseguran que sus clientes aumentaron desde la asociación.
Buscando una experiencia similar, Beyond Roots decidió vincular negocios que promovieran la cultura afro en Cuba. Adriana Heredia, su fundadora, logró relacionar varios proyectos que integraran un servicio integral —gastronomía, recorridos turísticos, esparcimiento, tienda— cuyo centro fuera la promoción de la afrocubanidad.
La escasez de productos para las mujeres negras no ha dejado de ser un obstáculo para Heredia, pero el éxito de Beyond Roots se basa en conexiones y redes de emprendedoras cuyos negocios, muchas veces no eran lo suficientemente conocidos.
Este, como otros proyectos, no solo incidieron en el crecimiento individual y profesional de sus dueñas, sino de otras mujeres y de la propia comunidad.
ALGUNAS PROPUESTAS
No es menos cierto que varios de los problemas planteados anteriormente constituyen desafíos para las mujeres emprendedoras cubanas.
Aunque faltan estudios que retraten a profundidad la situación de ellas en el sector privado, en varios casos se muestra que no han reproducido prácticas de jefatura masculinas: asumen maneras más solidarias y empáticas de trabajo colectivo, tienen mayor compromiso personal con sus trabajadores, etc.
Teniendo en cuenta las posibles ventajas económicas, familiares y emocionales de la incorporación de mujeres al trabajo por cuentapropia, existen varias cuestiones que pueden allanar el camino.
Aumentar las opciones de asesoría en derechos laborales, mercadeo, administración de empresas, temas contables, marcos jurídicos y conocimientos básicos para iniciar un negocio, constituyen acciones necesarias y urgentes para las cubanas cuentapropistas.
Aunque el Proyecto CubaEmprende ofrece talleres y capacitación al sector privado en La Habana, Cienfuegos, y Camagüey, existen otras provincias necesitadas de estos cursos. (Según los propios datos de CubaEmprende, las mujeres son las más interesadas en estos talleres, quizás porque no temen reconocer su falta de conocimiento y necesidad de apoyo).
Aumentar las políticas estatales y opciones de ayuda económica y financiamiento —ya sea nacional o internacional— para desarrollar diseños de negocios que generen empleo femenino, rompan la feminización de las actividades por cuenta propia y se extiendan a la comunidad, favorecería las oportunidades de negocios en mujeres deseosas de emprender, pero carentes de los recursos económicos para hacerlo.
Intensificar las alianzas del gobierno con el sector no estatal, principalmente con aquellos negocios exitosos liderados por mujeres, puede contribuir a romper estereotipos de género en la sociedad.
Supone también una urgencia promulgar medidas, desde instancias de gobierno, con enfoque de género que reconozcan el trabajo no remunerado de las mujeres como trabajo.
Crear mecanismos eficaces para fiscalizar el cumplimiento de los derechos laborales y las garantías y protecciones determinadas por la ley es otra de las necesidades en Cuba.
El emprendimiento siempre conlleva riesgos. Más allá de las barreras descritas, la incorporación creciente de las mujeres en el sector no estatal ha permitido la disminución progresiva de la tasa de desocupación de las cubanas: de 3,5% en 2011 a 1,8% en 2018. Las cubanas sí apuestan por el sector privado, y han demostrado que es posible emprender un negocio exitoso en Cuba.
Quedan potencialidades por explotar, pero resulta esencial, además, entender que en el caso de las mujeres el emprendimiento funciona a modo de red: una mujer emprendedora y empoderada contribuye casi siempre a empoderar a otras. Ganan todas.
Bibliografía
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Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI-Cuba): Anuario Estadístico de Cuba 2018. La Habana, 2019.
Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI-Cuba): Anuario Demográfico de Cuba 2019. La Habana, 2020.
Asamblea Nacional del Poder Popular, Ley 116 de 2013, Nuevo Código de Trabajo.
Este texto fue publicado originalmente por Cuba Study Group. Se republica íntegramente en elTOQUE con la intención de ofrecer contenidos e ideas variadas y desde diferentes perspectivas a nuestras audiencias. Lo que aquí se reproduce no es necesariamente la postura editorial de nuestro medio.