Mi nombre es Denis Alex, tengo 24 años y soy técnico en Anatomía Patológica. Actualmente curso segundo año de la Licenciatura en Bioanálisis Clínico y trabajo en el Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas «Victoria de Girón», en La Habana.
Nací con una enfermedad que está clasificada como rara: Síndrome de Moebius, que en mí se manifiesta con trastorno del lenguaje y parálisis facial bilateral. No presento retraso mental y mi coeficiente intelectual es normal, aunque muchos creen que no y me tratan con cierta lástima, lo cual detesto.
Desde pequeño me di cuenta de que no me identificaba con el sexo que se me asignó al nacer (femenino). Nunca había visto a alguien que le pasara eso, pero supuse que no era algo bueno y para no causarle más dolor a mi familia (ya bastante habían pasado con mi patología), preferí seguir acogiéndome al rol que debía cumplir ante los ojos de la sociedad por mi condición de «niña».
Mi día a día era una lucha interna conmigo mismo. Además de las burlas y las miradas indiscretas de algunos por mi forma de hablar o por la «rareza» de mi cara, tenía que enfrentarme también a un cuerpo con el que no me sentía identificado.
A los 18 años decidí decirle a mi madre que era lesbiana (única vía que encontré para justificar ante mi familia y la sociedad mi gusto por las mujeres), pero todo ese tiempo lo pasé investigando para entender qué era lo que realmente me ocurría y entonces encontré el término transexual y mi vida cobró sentido.
Le comuniqué a mi familia y a mis amistades. Los primeros nunca me dieron la espalda, pero fue un proceso complejo. Mi mayor alegría en ese punto fue que mi hermanita de trece años me dijo que ella a mí me quería como fuera: «hombre, mujer…», que yo era «su hermano» y siempre lo sería.
Actualmente respeta mi identidad de género, es defensora de la diversidad y un orgullo para mí tenerla. La mayoría de mis amistades se lo ha tomado bien, respetan mi pronombre y mis nombres elegidos.
No todo es color de rosa
Ya con el paso del tiempo he ido, poco a poco, superando otras barreras como que se me reconozca y respete como soy en los ámbitos laborales y estudiantiles y en mi caso personal debo decir que me siento muy afortunado y satisfecho con el nivel alto de inclusividad que he encontrado en ellos.
Pero no todo es color de rosa.
La falta de testosterona en el país desde mayo de 2021 hace muy engorroso continuar con el proceso hormonal para lograr el grado de masculinidad que deseo y tengo que adquirirla a precios exorbitantes.
La ausencia total de productos para trans masculinos en Cuba, la demora en las operaciones de reasignación de sexo y la odisea con el tema del cambio de nombre y sexo en el carnet de identidad, golpean mucho.
Como todo ser humano tengo metas y sueños que deseo cumplir: seguir superándome profesionalmente, formar una familia y que se apruebe en mi país una Ley de Identidad de Género que le haga la vida más fácil y feliz a las personas como yo. Considero que el nuevo Código de las Familias será un precedente importante para ello.