Ilustration: Matria.

Copas menstruales en Cuba, ¿para chicas cool?

Las primeras copas menstruales datan de los años 30. Pero se popularizaron a principios de los 2000 cuando comenzaron a producirse de silicona médica, hipoalergénica y barata. Hoy día cada vez son más consideradas por ser reutilizables, respetuosas del medioambiente y seguras para la salud. A Cuba comienzan a llegar.

Ernesto puso cara de asco cuando supo que una mujer puede recoger la sangre en copas menstruales de silicona colocada dentro de su vagina y además reutilizar el recipiente cada mes.

—¿Y cómo se mete eso? ¿No se bota si te viras al revés? ¿No se te va por ahí para adentro?, preguntó a su hermana.

—Se dobla y se mete. Yo no camino con el cuerpo virado. El cérvix no permite que nada se «pierda en el interior». ¿Sabes lo que es el cérvix?, le respondió la hermana apurando las palabras.

Las primeras patentes de copas menstruales —depósito que se inserta en la vagina y recoge el flujo menstrual— datan de la década de 1930. Pero solo se popularizaron a principios de los 2000 cuando comenzaron a producirse de silicona médica, hipoalergénica y barata. Hoy día cada vez son más consideradas por ser reutilizables, respetuosas del medioambiente y seguras para la salud.

Millones de mujeres las usan. Hace varios años se encuentran en los anaqueles de supermercados, sobre todo en Europa y Estados Unidos, junto a los tampones y compresas íntimas, productos muy contaminantes por el volumen de desechos que representan.

En Cuba las copas menstruales todavía son algo «extraño». A pesar de sus probados beneficios —para el medioambiente, la economía individual y el cuerpo femenino—, la falta de información y de acceso a este producto ha impedido que se difunda en una nación donde los artículos para higiene menstrual escasean.

LA COPA, UNA AMIGA ÍNTIMA

En una página cubana de compraventa en Facebook se ofertan copas menstruales tallas S y L en 750 CUP o 25 USD. «Esta será la mejor compra de tu vida», sugiere el anuncio. Y tiene razón.

La copa menstrual está diseñada para doblarse con facilidad e introducirse en la vagina, donde se expande inmediatamente y queda lista para almacenar el flujo menstrual de varias horas. Luego se extrae, se vacía, lava y está lista para volver a utilizarse. Es ideal para viajar, hacer ejercicios o nadar. Puede durar alrededor de 10 años con un cuidado adecuado, por lo que significa un ahorro considerable en términos económicos, y un tremendo alivio para el medioambiente.

Aunque un estudio de la prestigiosa revista médica The Lancet Public Health concluyó que «las copas menstruales son una opción segura para el manejo de la menstruación y se están utilizando internacionalmente», también reconoció la inexistencia de datos más concluyentes por no existir suficiente información sobre su uso.

Los principales «enemigos» de las copas menstruales han sido el silencio y los tabúes.

«Duele al ponérsela», «te embarras de sangre», «causa infecciones vaginales», «rompe la virginidad», «molesta al caminar», son algunos de los mitos atribuidos a su utilización.

«Es cierto que toma un tiempo acostumbrarse a usarla, pero vale la pena», asegura la cubanoamericana LeAnne Russell. «No diría que es muy difícil al principio pero sí requiere paciencia, especialmente si nunca has usado tampones. Ahora ni la siento cuando la uso».

En su informe científico,

revisó los datos de otras cuarenta y tres investigaciones y consultó a más de tres mil mujeres. El 70 % declaró que prefiere las copas menstruales frente a productos convencionales como los tampones o las almohadillas sanitarias.

Este y otros artículos coinciden en que comenzar a usarla requiere un cambio de comportamiento.

La cubana Susana Hernández recibió su primera copa menstrual porque un amigo la consideró una mujer atrevida. Él había recibido una donación y no se decidía a proponérsela a cualquier persona. Era 2017 y Susana no había escuchado nunca hablar de este producto.

«Busqué información y me encantó la idea de usarla. No sabía que había tallas. Me regalaron una Divacup y luego de tres años me enteré de que había una más pequeña para mujeres que no habían parido. Siempre usé esa talla estándar y nunca me molestó ni me incomodó», cuenta Susana.

La dj y productora musical cubana Bjoyce comenzó a usarlas tras una búsqueda para eliminar las íntimas que le resultaban muy incómodas y hasta la ponían de mal humor.

«Recuerdo que estaba en medio de uno de mis ciclos menstruales y mi debate continuo de lo incómodas que me eran las almohadillas; y tener que cambiarme cada cinco minutos; y no poder usar pantalones porque me molestaba mucho y no me sentía segura; y tener que trabajar en algún gig (actuación, concierto) por varias horas; y estar de pie; y bailar, etc.».

Foto: Carlos Dueñas.

Bjoyce investigó sobre formas de aliviar esas molestias y preocupaciones y descubrió la copa menstrual. Tras leer e investigar sobre las experiencias de otras muchachas, decidió adquirir su primera copa… desde entonces han pasado dos años.

«La copa puede usarse en todas las actividades —natación, deportes, etcétera—, es de fácil cuidado y hace del período una mejor experiencia», explica la farmacéutica Liana Liz Pérez. «Provee confort y durabilidad».

¿MODA HABANERA?

En Bayamo, una ginecobstetra confundió el diafragma —dispositivo anticonceptivo de silicona— con una copa menstrual. Cuenta Marlenis Torres que fue a preguntar los pros y contras de la copa, y la médica disimuló que no sabía del asunto.

«“Ah, sí, es un diafragma”, me dijo en la consulta, y yo no quise contradecirla, porque me dio pena que ni ella sabía de lo que estaba hablando», recuerda Marlenis.

La doctora no es la única desinformada. Las copas menstruales son poco conocidas en Cuba.

Ante una infografía compartida por WhatsApp fueron diversas —y fundamentalmente de rechazo— las reacciones de las mujeres del interior del país: «se ve incómodo», «jamás tendría una cosa de esas metida ahí dentro», «¿y hay que sacarla llena de sangre? ¡guácala!».

En La Habana suele ser más conocida entre mujeres menores de 40 años, y su uso parece más una moda de gente cool.

«En Camagüey jamás he oído hablar de eso, ni siquiera sé a qué te refieres», confesó una profesora universitaria.

Samantha Olázabal, al frente de un proyecto que promueve el uso de las copas menstruales, asegura que llegar a comunidades fuera de la capital cubana es uno de sus principales objetivos.

«Queremos llegar a lugares fuera de La Habana y otras ciudades, donde las mujeres necesitan más de estos productos porque tienen poco o ningún acceso a ellos, no tienen familiares en el extranjero que las puedan ayudar ni ingresos para comprarlas, y no pueden hacer esa inversión», dice.

Disponibles casi siempre en la capital, en páginas de venta online como Revolico o grupos de Facebook y Telegram es posible encontrar copas menstruales en 650 pesos o más.

En Cienfuegos, Yadiris Luis compró una, gracias a las referencias de una amiga en el extranjero. Pero no fue fácil hallarla.

«Solo tenían la talla S y, como no he parido, esa es la que me dijeron que debía usar», cuenta. «Estoy esperando mi próxima menstruación para empezar. Me la he probado varias veces para ir adaptándome, pero a veces siento que necesito una más grande. No tengo casi íntimas y creo que es una buena inversión».

En Cuba las mujeres en edad fértil tienen derecho a un paquete mensual de 10 almohadillas sanitarias de producción nacional. En las farmacias es posible comprarlos a un precio subsidiadio —1.20 CUP—, pero muchas se quejan de su calidad y del atraso en su venta. Las íntimas pueden llegar a la farmacia cada tres meses o más.

También es posible acceder a estos productos en la red minorista, sin embargo —aunque las almohadillas sanitarias fueron uno de los productos que el Gobierno prometió «proteger y mantener su venta en CUP»—, actualmente solo es posible encontrarlas en algunas tiendas en moneda libremente convertible (MLC).

«En La Época —tienda en MLC en Las Tunas— hay todas las que quieras», cuenta Daniela Reyes. «Valen entre 1.30 y 3 USD, en dependencia de la cantidad, la calidad y la marca».

Daniela calcula que si una mujer usa como mínimo un paquete de 10 al mes, en un año invertirá unos 16 USD. «La copa que tengo la encargué en el extranjero y me costó 25. Debe durarme más de tres años y me quita la preocupación de estar “acaparando” íntimas cuando aparecen. Es una buena inversión».

Sin embargo, ella cuenta que, aunque le ha comentado a algunas amigas de la universidad, no pocas lo ven como una rareza y le hacen rechazo. «Prefieren las íntimas, pero creo que es porque tienen poca información y muchos prejuicios todavía».

Susana Hernández coincide. Para ella se usan más en La Habana «donde hay un movimiento de mujeres feministas y más información al respecto. Hay movimientos Queer, LGBTIQ+ que están tratando mucho el tema del cuerpo: cómo tratarlo con más cuidado, con más respeto, cuidando el medioambiente y el entorno… y la copa entra ahí».

En Copa Menstrual Habana Liana Liz Pérez ofrece recomendaciones sobre el uso de la copa. A ella le interesaría llegar con más información y productos a otras mujeres, pero hasta el momento, solo ha podido hacerlo en la capital.

«Sería una buena idea que entre varias personas pudiéramos hacer posible una oferta estable de copas, ya sea como parte de donaciones o hasta una tienda», dice Liana. «Me gusta soñar en grande y pensar que en algún momento podríamos tener hasta una marca cubana con todos los requerimientos y certificaciones sanitarias».

MI CUERPO, MI MENSTRUACIÓN: MI ORGULLO

Mancharse, que la íntima se marque en la ropa ceñida, ir a la playa o la piscina, son algunas de las preocupaciones de las mujeres durante su ciclo menstrual. Los estigmas ligados a «la regla» han hecho que no pocas se avergüencen y hasta se sientan «sucias» si ocurren «accidentes» durante ese proceso.

«Se habla muy poco de cómo tratar la menstruación de maneras saludables y novedosas», reflexiona Susana. «Por qué hay que seguir usando íntimas cuando hay productos nuevos que no están accesibles, pero que irán llegando poco a poco en la medida que haya demanda, y la demanda aumentará en la medida que haya información».

Según varias entrevistadas, la copa menstrual puede resultar tan cómoda que algunas han llegado a olvidar que la tienen puesta. «Los días de la menstruación comienzan a parecer días normales», coinciden.

Susana Hernández confiesa que, a veces, y en dependencia de su flujo menstrual, alterna entre varios productos para la higiene íntima. «Cada cuerpo debe aprender sus ritmos y lo que necesita. Varío entre copas y tampones, copas e íntimas, y lo que mejor me haga sentir según el día del ciclo. Lo bueno de la copa es que se ajusta al cuerpo y da comodidad. ¡Y si algo necesitamos es comodidad en los días de menstruación!».

Foto: Glenda Boza Ibarra.

Además del proceso de adaptación, una preocupación recurrente entre las cubanas es la poca disponibilidad de baños públicos con las condiciones idóneas para el vaciado, higiene y reinserción de la copa —agua corriente, limpieza, etcétera—. «Basta con llevar un pomo con agua y cositas para lavarla y poder cambiarte. Incluso en los lugares más incómodos para mí limpiar la copa y volvérmela a poner no es un proceso complicado ahora que aprendí a manejarla», cuenta Susana.

Para la dj Bjoyce son tantos los beneficios que «quisiera que todas las mujeres pudieran tener la oportunidad de experimentar usar una». «Puedo vestirme como quiera, dormir cómoda y sin preocupación, puedo ir a la playa, hacer hiking, no tengo gastos mensuales con este tema, ayudo al medioambiente y puedo divertirme a mis anchas con mi pareja sin preocupaciones de que haya accidentes». (Con la copa puesta no es posible la penetración vaginal, pero sí cualquier otra práctica sexual).

Todas coinciden en que una de las ventajas de la copa menstrual es cómo ayuda a conocer más el cuerpo, a entender, aceptar e, incluso, amar la menstruación.

«Desde la primera vez que usé la copita no he vuelto a usar tampones ni almohadillas. Me ha ayudado a aprender más sobre mi cuerpo y mi ciclo, y también a eliminar la basura que producen los productos de un solo uso. Cuando sé que me va a venir, llevo la copa conmigo y me ha ayudado a evitar circunstancias incómodas en las que tenía que ir corriendo a buscar algo. He ahorrado mucho dinero y tiempo también», LeAnne Russell.

«Sé que hay mujeres que no podrán nunca usar la copa, no es para todo el mundo, pero al menos hay que probarla», cuenta Daniela.

«Yo siempre aconsejo ser atrevidas y abiertas a nuevas maneras de llevar el ciclo menstrual. Es una experiencia que cambia la vida», asegura Bjoyce.

«El ciclo femenino (sobre todo la menstruación como manifestación física) ha sido y sigue siendo un tabú social. Sin embargo, en varias culturas ancestrales, la capacidad reproductora, las múltiples energías asociadas a este proceso orgánicamente rítmico eran lo sagrado», argumenta Liana.

«La menstruación es hermosa, está ahí, hay que quererla, no es un tabú, es un proceso en el que tu cuerpo bota desechos, te limpia y hay que quererla también», concluye Susana Hernández.

LA COPA DEL FUTURO

Samantha Olázabal, quien lidera el proyecto UVe —por la letra inicial de las palabras vagina y vulva—, pretende romper mitos y estigmas en cuanto a la menstruación y el cuerpo femenino. Junto al grupo feminista La Manada, en 2020 Olázabal concretó una donación de 150 copas menstruales.

«Hicimos un video sobre la desinformación y el desabastecimiento de este tipo de productos en Cuba y lanzamos un crowdfunding que finalmente terminó cayéndose por el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba», cuenta Olázabal.

Sin embargo, lograron que les llegara a tiempo una caja con 150 copas menstruales que repartieron entre varias habaneras.

La actividad no se limitó a la entrega de las copas, sino además a responder inquietudes, brindar información al respecto y dar consejos de uso.

«La intención es poder dar seguimiento a esas mujeres y conocer cómo les ha ido con la copa», explica Olázabal. «También queremos continuar donando, pero la pandemia ha detenido nuestros planes».

En varios países ha aumentado la demanda de políticas públicas que ofrezcan estos productos a precios subsidiados o gratuitos y no se les aplique el «impuesto rosa», que consiste en un aumento del precio de algunos productos, solo por estar destinados al público femenino.

Aunque en Cuba las almohadillas sanitarias de producción nacional son subsidiadas, la disponibilidad de otras alternativas y la información en los medios de comunicación es casi nula.

La periodista y feminista Martha María Ramírez ha abogado, desde hace años, por una política gubernamental de productos de gestión menstrual. En su libro artesanal Kit de superviviencia para mujeres, la copa menstrual es una de las propuestas.

«El mundo se mueve bastante rápido para mejorar la salud sexual y reproductiva de las mujeres, y el Estado tiene que subvencionar los productos menstruales para mujeres con bajos recursos, de pocas posibilidades», destaca.

Marta también reclama información sobre los riesgos de usar tampones e íntimas, visibilizar y tener disponibilidad de otros métodos para que cada mujer pueda decidir.

«Para Cuba es incluso más económico porque una copa menstrual puede durar, con buen cuidado, hasta 10 años. Evitarían las molestias por los retrasos en la producción de íntimas por falta de materia prima y las enfermedades relacionadas con los pesticidas que se usan en muchos tampones y almohadillas. También disminuiría la contaminación ambiental.

«Hay que quitar impuestos a los productos de gestión menstrual y de la primera infancia», insiste.

La facilitación de alternativas diversas para la higiene menstrual es un asunto pendiente de las organizaciones e instituciones cubanas como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), el Cenesex o el Ministerio de Salud Pública (Minsap).

Para realizar este reportaje enviamos correo a estas instituciones, pero no recibimos respuesta sobre proyectos o iniciativas para promover el uso de las copas u otros métodos de gestión menstrual.

Basta escudriñar las redes sociales para notar cómo varias personas en el extranjero han manifestado su intención de ayudar con donaciones o la venta de copas menstruales a bajo costo, pero desconocen las vías oficiales para realizar su contribución.

Las mujeres debemos aprender a tener una relación natural con la menstruación y nuestros fluidos. El uso de las copas menstruales puede ser el inicio de ese camino.

10 COSAS QUE DEBES SABER ANTES DE ADQUIRIR UNA COPA MENSTRUAL

1. Según el estudio de la revista The Lancet, en 2017 existían alrededor de 200 marcas de copas menstruales disponibles en un centenar de países, con precios que oscilaban entre 0 y 72 dólares —el promedio es de 23 USD—.

2. Existen varios tamaños o tallas: las copas más pequeñas están destinadas fundamentalmente a mujeres menores de 30 años y que no hayan parido; las más grandes son para el resto y mujeres con flujo menstrual abundante. Sin embargo, lo más importante es que cada cual elija aquella con la que se sienta más cómoda.

3. Algunos estudios han reportado que, al ubicarse en el canal vaginal, el uso de la copa menstrual puede interferir con la guía del dispositivo intrauterino (DIU). Si la mujer tiene uno, no es recomendable usar la copa.

4. Existen copas menstruales falsas. Ante el aumento de su popularidad, han aumentado también los productos que no cumplen con una de sus principales condiciones: estar fabricadas de silicona médica, ser hipoalergénicas y no contener ningún sustancia química. Las instrucciones deben ser claras en cuanto a su certificación, utilización y composición.

5. El tiempo de uso dentro de la vagina depende del flujo menstrual de cada mujer. Debe conocerse cuán abundante es para saber cuándo es necesario retirar la copa y vaciar su contenido.

6. Si al introducirse en la vagina duele, molesta o se siente, la copa no está bien colocada.

7. La copa reduce el riesgo de síndrome de shock tóxico que existe con los tampones.

8. El ahorro económico es considerable. Según The Lancet, durante 10 años, una sola copa menstrual podría costar entre el 5 % y el 7 % del costo de las almohadillas o tampones.

9. La manipulación de la copa dentro de la vagina, sobre todo en mujeres con aprensión a la sangre y el acceso restringido a baños con condiciones higiénicas para vaciar la copa, enjuagarla y reinsertarla, son algunas de las desventajas.

10. No pierdes nada con probar la copa. Libérate de prejuicios y atrévete. Puedes resolver un montón de problemas. Es saludable, cómoda y hasta cool.

Leer en inglés.

Glenda Boza Ibarra

Cubana, seguidora de los Santamaría y fanática perdida del grupo Buena Fe. Periodista, apasionada, con defectos, siempre intentando ser justa.

Deja una respuesta