Manuel y yo llevamos ya casi tres años de una relación a distancia que me ha enseñado que, cuando se ama, todo se puede.
Éramos amigos virtuales. Yo pasaba por una ruptura inesperada que me dejó emocionalmente devastado y canalizaba ese dolor escribiendo textos poéticos, que luego publicaba en Facebook. Ese fue el punto de acercamiento con él, atraído por la sensibilidad de mis letras. Se convirtió en mi confidente.
Cada día nos hacíamos más dependientes de nuestras charlas. Me encantaba tener una persona con la que podía conversar de todo y que me ayudaba a entender ciertas cosas inéditas para mí, pero que él ya había vivido.
La distancia no ha sido impedimento para llevar nuestra relación adelante; aunque hubo momentos de tensión, sobre todo por la COVID-19. Nuestra fortaleza ante las dificultades siempre ha sido no olvidar el porqué decidimos estar juntos y qué es lo que nos hizo besarnos las almas.
Hoy estamos más seguros que nunca de lo que sentimos. Queremos casarnos, agrandar la familia y pretendemos en un futuro ejercer la paternidad juntos.
Aunque esta relación ha sido motivo de burlas y discriminaciones por diferencias entre nosotros (físicas, de edad, la distancia) que muchos ven como límites, la hemos construido sobre la base del amor y es esta la fuerza para seguir conquistando nuestra felicidad.