Imaginemos estas situaciones:
1️⃣ Usted llega a su casa, con cansancio por el trabajo, el transporte, su jefe que a última hora le pidió un informe absurdo, las colas, Cuba. Llega a casa y se encuentra el fregadero con cosas por fregar. Su pareja le ordena que friegue por haberlo dejado así por la mañana. Usted se molesta, empieza a fregar y se le cae un plato y se rompe. Su pareja, entre golpes y gritos, le dice: «¡¿Ves que siempre se te rompe algo? ¿Yo no te dije que no quería verte tocando los platos? ¡No sabes hacer nada!».
2️⃣ Usted ha tenido otro día duro. Discutió con un compañero de trabajo porque usted necesitaba la única impresora que hay, y esta persona no quería compartirla. Encima, usted tiene sueño, hambre; quiere comprarse unos zapatos, pero no le alcanza el salario. Llega a casa, se agobia y se pone a llorar. Su pareja, a gritos, le dice: «¡Pero no llores más! ¡Deja el llanto ese, te dije! ¿Quieres que te dé una buena razón para que llores?». Y le empieza a dar golpes.
3️⃣ Usted está en una reunión familiar. Comienzan a hablar de un tema que usted no entiende, pero que le da mucha curiosidad. Usted se gira hacia su pareja y le pregunta de qué están hablando. Su pareja la ignora. Así tres veces más. Al final, su pareja, delante de todo el mundo, pierde la paciencia ante su insistencia y le grita: «¡Ya! ¿No ves que estamos hablando? ¡Cállate ya!». Y le suelta un manotazo.
4️⃣ Su pareja le cocinó lentejas. Pero a usted las lentejas no le gustan. «Las lentejas son riquísimas», le dice su pareja. «Tienen hierro y te ponen fuerte. Es lo más sano que hay», añade. Pero a usted no le gustan. No hay manera, las encuentra asquerosas. Su pareja, ignora esto y le planta las lentejas delante. «Hasta que no te las comas, de aquí no te levantas», le grita. Pasa un rato y usted aún no ha probado las lentejas. Su pareja, molesta, coge una cucharada, le agarra la cara y a la fuerza hace que usted se coma esas lentejas.
5️⃣ Usted tiene un evento. Aún no ha escogido la ropa y lleva tres horas pensando si ir de negro o de azul. A su pareja le parece que el negro es lo mejor para este tipo de ocasión. Sin embargo, usted encuentra más comodidad en el azul. Finalmente, su pareja la obliga, mientras la agarra y le pone el outfit negro a la fuerza. Usted no entiende y se pone a llorar. De nuevo el grito: «¡Te lo pones y punto! ¡Soy yo quien sabe lo que te queda mejor! ¡No me importa que llores!». Detrás, otro golpe.
Ahora, en lugar de «usted» ponga a su hijo/hija y en lugar de «su pareja», póngase usted.