Isabel fue un accidente, el accidente más feliz de mi vida. Cuando supe que estaba embarazada, me comuniqué con la persona que había sido mi pareja, de la cual estaba separada. Él se ofreció a casarse conmigo porque lo hacía muy feliz tener un hijx, pero le dije que no hacía ninguna falta. Podíamos criarlx como amigos, cosa que hemos hecho durante casi quince años de apoyo mutuo. Tomamos las decisiones juntos, y siempre la incluimos a ella, con razones y explicaciones.
Pero dicen que para criar un hijo se necesita una aldea. Nuestra familia-aldea tiene muchos más tíes, primes y hasta hermanes que los biológicos. Y, aunque abuelita Graciela y tía Silvia se desviven por ella, están mis amigas que son sus tías queridas, con quienes pasa un fin de semana o se va de paseo; mis amigos que son sus tíos que la malcrían horriblemente, y tiene un hermano a quien ama y quien la ama con toda el alma. A Joseph no lo parí, pero es mi hijo y su hermano, y su esposa María es su tía maravilla que la consiente demasiado.
Isabel se crió desde pequeñita en fiestas familiares y reuniones en las que estaban su tío Serguei y su esposo Jorge; adora a mis amigas Lauras y Jessicas y María y a sus novias. Nunca hubo que tener el diálogo de «es amor también», porque se crió en un entorno multirracial en el que las parejas no tienen género asignado ni prohibido. Pero sufrió mucho en la primaria por defender esas ideas; fue víctima de bullying por ello.
Isabel tiene un amigo de su edad que le habló de ser gay y una amiga que le habló de ser bisexual. Saben que ella los apoya y los comprende, y esos temas le parecen naturales y solo se tratan de amor y amar. Isabel tiene una madre, y tías y tíos y primxs con los cuales puede conversar de cualquier tema sin juicios ni prejuicios. Y preguntar sobre la masturbación, sobre la sexualidad, sobre la injusticia, sobre cualquier tema, y sabe que le darán respuesta con análisis y razones sin imponer creencias.
Isabel fue bautizada porque su padre quiso y a su madre le daba lo mismo. Su abuela paterna es bautista, su padre es católico, su tía está rayada y practica la Regla de Osha, y su mamá es atea. Su espiritualidad es asunto suyo, y decidirá en qué creer, y si creer, cuando quiera.
Ser madre soltera es una aventura llena de zozobras y momentos durísimos, que se hace un viaje fascinante y más llevadero gracias a la gran aldea de apoyo familiar. Nuestro camino está marcado por las personas maravillosas que son nuestra familia, y mi única tranquilidad en este momento, siendo madre de una adolescente en Cuba, lo cual es una tragicomedia constante, es que Isabel será un ser humano que sabrá amar a todes y respetar a todes, porque así la criamos de manera natural, y son los valores que ya forman su identidad.