El abandonado casino La Puntilla, otrora ícono de La Habana de los años 50, tiene compañía hoy. Detrás del lente, una fotógrafa; delante, talentosas actrices envueltas en diseños cubanos. A orillas del mar, convergen para inmortalizar en imágenes la sororidad.
El proyecto de la joven artista Mónica Moltó no se propone más que mostrar la belleza de las mujeres, entendida como el estado en el que se sienten bien consigo mismas. «Creo que mientras sepamos a dónde queremos llegar, cuáles son nuestros defectos y virtudes y cómo podemos actuar para hacer el bien, seremos todo. No necesitamos compararnos con nada ni con nadie. Para mí, ese es el verdadero significado de ser una mujer empoderada», explica.
Los conocidos rostros de Tahimí Alvariño, Alicia Hechavarría, Claudia Álvarez, Yía Caamaño, Roxana Broche, Gisselle Lominchar y Leticia León le dan vida a las marcas de Firoia, Innatus, Dador, Color Café y Salomé Modas. Al fondo se escucha a la Piaf cantar La vie en rose.
Mónica, que hace poco decidió dejar la gastronomía para apostar todo a la fotografía, cree que las actrices son una inspiración para las demás mujeres. «Representan personalidades diversas y complejas y lo saben. Cada una reconoce cómo es y está de acuerdo con mostrar sus imperfecciones porque se quiere así, lejos de reflejar inseguridad. Es lo que quiero que la gente vea».
En palabras de la actriz Alicia Hechavarría, el proceso es beneficioso para las involucradas y para el público, que ve a muchas de las mujeres que admira y respeta mostrándose fuertes y a la vez vulnerables, porque llegar a donde están requiere años de experiencia, aprendizaje y evolución personal. «Las cubanas hemos recorrido un camino largo y, aunque nos falta mucho por lograr, hemos despertado ante la necesidad no solo de empoderarnos, sino de apoyarnos», afirma Alicia, también sicóloga.
Inspirada en su hermana y su madre, «las mujeres más fuertes» que conoce, la hija mayor del actor Fernando Hechavarría busca la mejor versión de sí misma. Su casa ha sido siempre un santuario que fomenta la igualdad. «Si hay una energía conectando a muchas mujeres y muchos hombres hoy en Cuba es el emprendimiento femenino, que es inmenso. Creo que con la pandemia llegó la necesidad de reinventarnos para sobrevivir y muchos cuentapropistas y artistas nos hemos visto luchando por un mismo objetivo que es el crecimiento económico y cultural de la Isla».
A pesar del encierro, la pandemia ha hecho crecer la solidaridad. Al menos de esa manera lo percibe Mónica. No pocas mujeres recesaron o suspendieron sus labores habituales y se vieron obligadas a innovar. «Hay diseñadoras de moda como Salomé, que lleva años siendo prestigiosa; pero hay otras, como Firoia e Innatus, que acaban de empezar. Son mujeres que han decidido hacer lo que quieren y se han sacrificado y han dejado muchas cosas atrás para lograrlo. Acostumbramos a dedicarle el tiempo a la familia o el trabajo, pero no a nosotras mismas. Es importante sentirnos realizadas».
Para Tahimí Alvariño la sesión de fotos fue una idea original y bonita. Le emociona saber que «las mujeres tenemos que defendernos en todos los sentidos y haciéndolo mediante el arte, actrices y diseñadoras damos a conocer el talento de emprendedoras, guerreras, que tratan de imponer su estilo, su forma de hacer. Me parece maravilloso porque tenemos que seguir echando pelea».
En esa misma cuerda, la fundadora de Color Café, Loypa Izaguirre, apunta que «la mujer cubana es conocida por su fuerza y su actitud. Es importante entender que debemos apoyarnos, no vernos como competencia. Somos una pequeña comunidad que debe seguir creciendo. Me gusta mucho conocer mujeres que decidieron liderar sus iniciativas igual que yo».
Loypa es una creadora que diseña primero para ella y luego inspira a las demás. Desea dejar una huella en su país, cambiar algo, aunque sea pequeño, y ser el ejemplo de sus hijas. «Pienso en cómo me gustaría verme a mí, cómo me gustaría que otras mujeres me vieran: clásica y elegante, pero al mismo tiempo atrevida, segura, diferente. Es verdad que la primera impresión siempre cuenta, sin embargo, la ropa no define quién eres; lo hacen tu esencia y la fortaleza de tu alma. Lo importante no es lo que lleves puesto, sino lo que llevas en ti», expresa convencida.
Otra actriz invitada, Claudia Álvarez, considera que «no hay límites para crecer en poder y presencia. Podemos cambiarlo todo, pero el mayor obstáculo está sobre todo en nosotras, en nuestra capacidad de entender que podemos y debemos cumplir nuevos roles dentro de la sociedad. Este tipo de colaboraciones es solo una semilla, si se compara con todo lo que puede suceder. Sé que las mujeres trabajando juntas, vinculadas, informadas y educadas, pueden traer paz y prosperidad a cualquier lugar».
Sin olvidar que su energía emana de su familia, de sus maestros, de sus amigos, mujeres y hombres, Claudia confía «profundamente en la buena energía femenina y en su poder de transformar la realidad, pero necesitamos un esfuerzo conjunto. Sería muy ingenuo decir que solo somos las mujeres quienes estamos cultivando el cambio en Cuba», resalta.
A sus 56 años, la empresaria Carmen Amos siente que vale la pena acompañar estas ideas. «Por la oportunidad biológica de traer al mundo y amamantar a nuestros hijos e hijas, se nos asigna el rol reproductivo, lo que es directamente proporcional a todas las tareas hogareñas, poco reconocidas, no remuneradas, nada valoradas».
Emprender implica para ella saber soltar esas ataduras culturales, defender sus tiempos laborales e individuales, no permitir que se exija segunda ni tercera jornada laboral.
El empoderamiento «está en que no reproduzcamos el rol de mera reproductora y que se nos reconozca por lo que proponemos y cómo lo hacemos, que nos dejen de ver como personas frágiles o incapaces por el hecho de tener hijos o adultos mayores que atender. Que seamos más inclusivas e intergeneracionales, que rescatemos y reivindiquemos lo que heredamos. Que no apoyemos los estereotipos negativos que suponen poner en desventaja a otras mujeres».