Ilustración: Mary Esther Lemus Cordero.

Feminicidios: mi casa, mi tumba

En Cuba, durante el confinamiento decretado por el Gobierno entre marzo y octubre, 17 mujeres fueron asesinadas en sus casas o entornos familiares por sus parejas o ex parejas.

Si tuviera que elegir el lugar del mundo donde me siento más segura, sin pensarlo dos veces elegiría mi casa, mi cuarto, mi cama. Esa sensación de estar a gusto, a salvo, es lo que convierte un espacio cualquiera en tu refugio. Paradójicamente, no todas estamos a salvo en nuestras casas. En Cuba, durante la cuarentena provocada por la pandemia de la COVID-19, entre el 24 de marzo y el 15 de octubre de 2020 ocurrieron 17 feminicidios y 3 infanticidios relacionados. Tuvieron lugar en el hogar o en entornos familiares de las víctimas.

De acuerdo con declaraciones ofrecidas por la psiquiatra Ivón Ernand a la Redacción IPS Cuba, la convivencia obligatoria, junto al mal manejo de la ira y la dificultad para el control de las emociones en los hombres, puede incrementar las relaciones violentas en el ámbito doméstico; y de hecho estas pueden descontrolarse en los casos en que las mujeres ya vivan en situación de violencia machista.

En 2016 un estudio señaló que el 39.6 % de las cubanas había sido víctima de violencia al interior de las relaciones de pareja en algún momento de su vida. Estos datos son comparables con las cifras globales (35 %) y dejan clara la dimensión del problema en Cuba.

Las alertas estaban encendidas, se sabía lo que podía pasar, ¿entonces, qué faltó para que el país diseñara un protocolo para prevenir y/o atender esta ola de violencia que es global?

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Yamilka era una mujer desenfadada. Si había fiesta, ahí estaba ella con su vaso de ron disfrutando, porque “a mal tiempo, buena cara”. Alegre, de estatura mediana, mestiza. Llevaba una prótesis en el ojo izquierdo. De pequeña, corriendo en el campo, una espina de marabú le jugó una mala pasada. Pocas veces se le vio sola. Vivía la vida en sus términos y bajo sus reglas: demasiada osadía en un pueblo como el suyo.

Si preguntas a qué se dedican los pobladores de El Indio, un asentamiento rural en las afueras del municipio Amancio en las Tunas, te contestarán que la mayoría de los hombres trabajan en el campo o en la cooperativa y que las mujeres no tienen ocupación, son “simplemente amas de casa”. Ellos cobran un salario, generan ingresos. Ellas no; su trabajo, el de la industria de los cuidados, no vale un centavo, aunque suponga atender un hogar, cuidar de los hijos, los ancianos, el marido, velar por cultivos y animales. Allí nadie se cuestiona el status quo, siempre ha sido así, ¿por qué habría que hacerlo diferente? Es lo que “les toca” a las mujeres, ¿no?

Bastan pocos minutos de caminata para tropezar con todo lo que allí existe. El área deportiva, la farmacia, el consultorio médico, la bodega, la panadería, la tienda de productos industriales, el taller de reparación de electrodomésticos, la cooperativa, la escuela primaria, la secundaria… y, el más popular de todos, el círculo social, escenario de los momentos más alegres de Yamilka y también de los más violentos.

La escena se volvió común, normalizada. Viernes, sábados, domingos, Yankiel entre tragos la golpeaba en público. Todos veían, nadie hacía nada. Ella nunca se atrevió a denunciarlo. Los demás tampoco. Si se les pregunta si alguno pudo evitar la tragedia, se encogen de hombros y repiten que “entre marido y mujer nadie se debe meter”. Tampoco hubieran podido hacer mucho: la ley establece que los delitos de lesiones, coacción o amenaza, no se investigan por parte de las autoridades a menos que la víctima, o un tutor en caso de discapacidad, denuncie al agresor. O tal vez sí, quién sabe, a veces basta un gesto o una persona para marcar la diferencia.

Ilustración: Alma Ríos (México)

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La Encuesta Nacional de Igualdad de Género de 2016 expone que el 26,7 % de las mujeres entre 15 y 74 años reconoce haber sido víctima de alguna manifestación de violencia en su relación de pareja durante los 12 meses previos al estudio. Sin embargo, solo el 3,7 % había solicitado algún tipo de ayuda institucional.

En 2019 Cuba ofreció un informe nacional a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), donde publicaba una tasa de feminicidios de 0.99 por cada 100 mil mujeres de 15 años o más en 2016.

A partir de las cifras, la investigadora cubana y experta en género Ailynn Torres Santana publicó un artículo donde observa que ese mismo año el Anuario Estadístico de Salud afirmaba que 121 mujeres habían muerto por agresiones. Por tanto, en 2016, el 39 % de las muertes de mujeres por esta causa fueron feminicidios perpetrados por parejas o ex parejas.

Si bien la tasa cubana es inferior a la latinoamericana (1.6 en 2017), la proporción respecto a los asesinatos totales de mujeres por agresiones es superior. En 2017 el 34,48% de los asesinatos de mujeres en todo el mundo fueron cometidos por sus parejas o ex parejas. También en Cuba ser mujer aumenta las probabilidades de que tu casa se convierta en tu tumba.

Actores de la sociedad civil y organizaciones no gubernamentales cubanas han emprendido varias iniciativas para tratar de mitigar los efectos de la violencia machista durante la cuarentena. Especialistas del Centro ecuménico Oscar Arnulfo Romero recomendaron a las mujeres compartir con amigos, familiares o vecinos una palabra o sonido que los alertara si ellas se encontraban amenazadas o en peligro inminente; algo así como una clave o un código con sus redes de apoyo que le permitiera salvarse.

Al mismo tiempo, la plataforma Yo Sí Te Creo en Cuba dispuso una línea telefónica para ofrecer asesoría legal y psicológica a las mujeres durante la pandemia. Desde que surgió la iniciativa el 27 de marzo hasta finales de julio, Yo Sí te Creo en Cuba acompañó a treinta mujeres en situación de violencia física, psicológica, policial, sexual y un caso de violencia obstétrica. En declaraciones a la prensa, la plataforma asegura que las mujeres atendidas tienen entre 18 y 70 años. La mayoría de ellas es de La Habana, provincia cuya representación aumentó durante el aislamiento. Yo Sí Te Creo no solo atiende a las víctimas directas de violencia machista, sino también a los niños afectados.

El 21 de julio de 2020 el Noticiero Nacional de Televisión anunció la creación de una guía para atender denuncias telefónicas de violencia de género e intrafamiliar en Cuba. La acción es resultado del trabajo de un equipo multidisciplinario de instituciones y organismos del Estado cubano como el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), la Fiscalía General de la República, la Universidad de La Habana, la Policía Nacional Revolucionaria y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), entre otros.

Tres meses más tarde, Cubadebate informaba que la línea telefónica 103, especializada en temas como drogadicción e inquietudes vinculadas a la COVID-19, propiciaría además orientación y apoyo psicológico a casos de violencia de género.

Activistas se han referido a la urgencia de crear una línea solamente para atender violencia de género, al mismo tiempo que abogan por refugios para las víctimas de violencia machista, sobre todo en situaciones como la actual, a partir de un sistema de atención integral que cuente con la participación de distintos actores sociales, incluido el Estado.

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Legalmente Yamilka debía llamarse Castell Espinosa, pero su padre nunca la reconoció y ella pasó a usar los apellidos de la madre: Espinosa Guerra. Lo mismo ocurrió con dos de sus tres hijas.

Ella se convirtió en madre con 16 años. Era una chiquilla y su suegra decidió asumir la crianza de la primogénita. Seis años más tarde, vino su segunda hija y tres más, la tercera. Esa era toda su familia. Con 27 años, Yamilka vivía con dos de sus hijas, una de 5 y otra de 2 años, en una casa oculta entre las montañas, alejada del resto. Quizás por eso nadie escuchó nada la noche del 15 abril de 2020.

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¿La COVID-19 afecta más a los hombres que a las mujeres? Estudios científicos refieren que el sexo femenino desarrolla una respuesta inmunológica al virus más rápida y fuerte que el masculino. Esto se debe a factores relacionados con el sistema inmune y la prevalencia de enfermedades respiratorias en los hombres. Ellos son los más afectados desde el punto de vista biológico por el nuevo coronavirus; ellas, el daño colateral.

Un grupo de especialistas en Psicología creó a finales de mayo en Pinar del Río una Consultoría Psicológica online para develar los vínculos entre la violencia de género hacia la mujer y la pandemia. El 31.8 % de las encuestadas respondieron haber sido víctima de algún tipo de violencia durante el confinamiento.

Es muy difícil en Cuba llegar a cifras nacionales que evidencien la violencia de género porque son datos cerrados. Los últimos accesibles, de 2016, sugieren que una mujer era asesinada cada semana como resultado de violencia machista, pero no hay mucho más. El resto permanece oculto.

Ante este vacío, activistas como la investigadora y jurista Alina Herrera, abogan por la necesidad de datos abiertos donde se reconozca la existencia del fenómeno, como punto de partida para la creación de políticas públicas.

Ciento cinco mujeres murieron en 2019 por agresiones en Cuba, según el Anuario Estadístico de Salud 2020. Las cifras no dejan claro cuántos de estos crímenes son feminicidios, un delito que aparece en el Código Penal vigente desde 1987.

La periodista y feminista cubana Lirians Gordillo asegura que la COVID-19 llegó en un momento muy particular al país. Para la investigadora, la información e investigación académica sobre el tema han crecido muchísimo; hay mayor diversidad de actores sociales y personas trabajando contra la violencia. Además, el Estado reconoce la violencia de género en la Constitución, así como su responsabilidad de proteger a las mujeres e implementar respuestas legales y sociales; las redes sociales han catalizado la toma de conciencia sobre la necesidad de una ley integral y orgánica que proteja a las mujeres… Pero aún falta hacer efectiva la voluntad política, traducirla en leyes y programas, en acciones inmediatas, a corto y mediano plazos.

En ese sentido, Mayda Álvarez, investigadora y directora del Centro de Estudios de la Mujer de la Federación de Mujeres Cubanas, aseguró en una entrevista a Granma que es necesario “perfeccionar la presencia del tema en las leyes vigentes que en estos momentos están en proceso de modificación. No obstante, mi opinión personal es que nos beneficiaría una ley específica e integral sobre la violencia contra las mujeres, que contemple todas las medidas y sanciones que ya aparecen en leyes vigentes, y otras que sea necesario promulgar”.

MUJERES ASESINADAS EN CONDICIONES DE CONFINAMIENTO:

  1. 15 de abril: Yamilka Guerra Espinosa, junto a sus dos hijas, de 2 y 5 años de edad. Victimario: Yankiel Blanco García , con antecedentes de violencia machista. Lugar: su hogar, en la comunidad rural El Indio, municipio Amancio, provincia Las Tunas.
  2. 3 de mayo: Yineidy Alcántara Romo, embarazada de cinco meses. Victimario: ex pareja. Lugar: su hogar en el barrio rural La Cachimba, municipio Güira de Melena, provincia Artemisa.
  3. 7 de mayo: Mujer sin identificar. Victimario: pareja. Lugar: su hogar en la comunidad La Juanita, ciudad de Cienfuegos, provincia Cienfuegos.
  4. 18 de junio: Gisel Iznaga Graberán y dos niñas con lesiones, una en estado grave. Victimario: ex pareja, con antecedentes de violencia machista. Lugar: su hogar en el consejo popular Ceiba del Agua, municipio Caimito, provincia de Artemisa.
  5. 18 de junio: Beatriz Cuadrado Batista (21 años). Victimario: ex pareja, con antecedentes de violencia machista. Lugar: en la vía pública de la ciudad de Gibara, municipio de Gibara, provincia de Holguín.
  6. 27 de julio: Marta (22 años) y su hija Lorena (1 año y 8 meses). Victimario: pareja. Lugar: asentamiento rural de Baracoa. Guantánamo.
  7. 28 de julio: Mujer sin identificar. Lugar: Su hogar en Camagüey. Victimario: su pareja.
  8. 5 de agosto: Amarilis Ramírez Velazquez (43 años). Victimario: ex pareja. Lugar: Su casa en calle 13 del Reparto Progreso, en el pueblo de Colombia, Las Tunas.
  9. 14 de agosto: Mailin Diéguez (35 años). Victimario: ex pareja. Lugar: Su hogar en barrio del Tejar, en la carretera del Husillo entre calle 100 y Puentes Grandes, en el municipio de Marianao. Deja tres hijos menores.
  10. 17 de agosto: Diana Márquez Valdés (34 años). Lugar: La Vereda de Caimito. Victimario: Su esposo, Luis Maurín. Pueblo de la provincia de Artemisa. Deja tres hijos menores.
  11. 20 de Agosto: Sonia Bermúdez Torres (32 años). Embarazada de cuatro meses. Victimario: Su esposo.  Deja tres hijos menores. La policía presiona a la familia para que callen. Provincia de Holguín. La familia supuestamente presionada por los policías para que no hablen con la prensa.
  12. 20 de Agosto: Mujer sin identificar (29 años). Victimario: su ex pareja. También mata al esposo actual Leonardo Rondón. Lugar: Pueblo rural “El Remate”. Manzanillo. Granma.
  13. 5 de septiembre: Raidelis Blanco Almenares (28 años), instructora de arte. Lugar: su hogar en la comunidad rural de Mafo, en el municipio de Contramaestre, Santiago de Cuba. Victimario: su pareja. El hecho sucedió frente a su hijo, de tres años de edad.
  14. 6 de septiembre: Kirenia Tamayo Verdicia.  Victimario: Yunior Sánchez Salgado, su ex pareja, un ex agente de la Policía Nacional Revolucionaria con antecedentes. Lugar: Escuela de Primaria donde trabaja. Municipio de Jobabo, Las Tunas.
  15. 13 de septiembre: Sandra Carmenate Herrera. Lugar: en la planta de asfalto Peñalver, en el municipio habanero de Guanabacoa. Victimarios: Dos agresores.
  16. 10 de octubre: Cary Vidal (24 años). Lugar: a la entrada costera de la zona 23 de Alamar, Habana del Este. Victimario: su ex-pareja.
  17. 15 de octubre: Yurislaidis Revé Hernández (Tatica). Lugar: en las proximidades del río Sagua, en la zona del asentamiento rural La Charca, en Sagua de Tánamo, Holguín. Victimario: su esposo. La sobrevive una niña de tres años, hija del agresor.

INFANTICIDIOS RELACIONADOS:

  1. 15 de abril: Yaliannis Guerra Espinosa 2 años. Lugar: su hogar, en la comunidad rural El Indio, municipio Amancio, provincia Las Tunas. Victimario: ex pareja de su madre Yamilka.
  2. 15 de abril: Rachely Guerra Espinosa 5 años. Lugar: su hogar, en la comunidad rural El Indio, municipio Amancio, provincia Las Tunas. Victimario: ex pareja de su madre Yamilka.
  3. 27 de julio: Lorena (1 año y 8 meses). Victimario: pareja de su madre Marta. Lugar: Asentamiento rural de Baracoa. Guantánamo. (*)

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Yamilka conoció a Yankiel un fin de semana que salió de pase. Estaba cumpliendo sentencia en una granja por el secuestro, tortura y violación de su ex novia. Los vecinos insisten en que solo estuvo preso un año porque en el juicio ella se retractó. Sospechan que la tenía amenazada.

Desde que empezó con Yamilka, su relación era bastante tóxica. Él era extremadamente posesivo, aunque algunos vecinos insinúan que solo “cuidaba lo suyo”. No había pasado mucho tiempo desde que estaban juntos pero sí el suficiente para que ella se cansara y decidiera dejarlo. Yankiel no lo aceptó y las mató: a ella y a sus hijas Yaliannis de dos años y Rachely de 5.

La mañana siguiente al feminicidio, le contó a su hermana lo que había hecho y se dio a la fuga. Ella no podía creerlo y fue a comprobarlo. Los gritos de espanto rápidamente movilizaron a los vecinos y a la policía que procedió a su captura. Nadie en el barrio se atreve a describir la escena, muy pocos hablan del hecho para evitar verse involucrados. Mientras, Yankiel espera su segundo juicio en una prisión fuera de Las Tunas. Lo tuvieron que mover fuera de la provincia porque no estaba seguro allí. Un ajuste de cuentas, dicen. El padre de una de las hijas de Yamilka decidió tomar la justicia por sus manos; no confía en que el feminicida reciba su merecido.

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Dado que en Cuba el delito de feminicidio no está tipificado, Yankiel será acusado de asesinato, crimen que según el Artículo 263 del código penal se sanciona con privación de libertad de quince a treinta años o muerte, aunque desde 2003 en la Isla la pena de muerte se encuentra suspendida.

Este artículo fue uno de los modificados en 1999, en uno de los últimos logros en materia legislativa en el país: la Ley №87 que establece como agravante ser cónyuge y el parentesco entre el ofensor y  la  víctima  hasta el  cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad. No obstante, desde la sociedad civil, las activistas reclaman, pues aseguran que las reformas de 1999 están lejos de cumplir con los estándares internacionales.

Al mismo tiempo, dejan claro que el reconocimiento del feminicidio va mucho más allá de establecer políticas punitivas relacionadas con lo penal. El objetivo es articular un tratamiento diferenciado que sea transversal a las distintas normas legales.

Y aun así será insuficiente, porque la sociedad cubana debe aprehender que la violencia de género no es un asunto de pareja, ni se soluciona en el ámbito doméstico, sino que nos compete a todos. Es tiempo de dejar de naturalizar los distintos tipos de violencia machista, porque en Cuba como en el resto del mundo, “vivas nos queremos”.

(*) Los datos proceden de plataformas como YoSíTeCreoEn Cuba, IPS, Red Femenina de Cuba, Alianza por la Inclusión, Red de Mujeres por la Igualdad y Las Marianas, investigaciones independientes de periodistas y activistas en Cuba. Datos oficiales de los casos no existen.

(**) Una versión de este texto forma parte de “Violentadas en cuarentena”, publicada en Distintas Latitudes. Se trata de una investigación colaborativa regional realizada en 19 países de América Latina y el Caribe sobre la violencia contra las mujeres por razones de género durante la cuarentena por la COVID-19. Esta investigación fue apoyada por el Fondo Howard G. Buffett para Mujeres Periodistas de la International Women’s Media Foundation.

Liz Oliva

Periodista. Integrante de la 4ta Generación de la #RedLATAM de @DLatitudes. Embajadora de @poderosaschicas en #Cuba.

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